TEMPORADA DOS. KM 10
¡Tierra!
Alcanzamos la primera meta juntos. ¡Llegamos a nuestros primeros 10! Bienvenidos a este espacio en donde compartimos recursos adicionales que completan los relatos de nuestro podcast.
Ponemos los pies en la tierra, los encuentros de este episodio nos acercan al campo y a reflexionar sobre los árboles y lo mucho que podemos aprende de ellos. Colaboración, conexión, paz y esperanza a través de tres personajes que nos invitarán a poner en nuestras manos pequeñas acciones para cambiar el mundo.
¡Abundante y fructífero kilómetro diez!
1º Parada: "El plantador de árboles" de Jean Giono.
Nuestra primera Latitud nos lleva a una zona llamada “La Provenza”. Una región histórica y cultural de Francia, que es parte de la región de los Alpes. Los caminos de este lugar ofrecen paisajes extraordinarios, son un regalo para el alma. Hay un montón de robles altísimos que dejan en el aire un aroma a frescura y vida.
Estos robles que conforman un bosque próspero, cuentan la historia de un hombre silencioso que con enorme generosidad sembró bellotas en estas tierras que no siempre se vieron tan verdes. Alguna vez, los parajes de esta región fueron tan áridas que era difícil para los caminantes encontrar un poco de sombra. Eran tan monótonas que incluso para los habitantes de las aldeas circundantes era difícil sentir inspiración y sencillo caer en envidias y rivalidades.
¿Quién es este hombre y qué misterio guarda? Se llama Elzéard Bouffier y es el plantador de árboles de la novela del escritor francés Jean Giono. Es un pastor y disfruta de vivir la vida sin prisas, sin más compañía que la de su perro y sus ovejas.
El cuento es breve e inspirador. Su personaje, Elzéard era un hombre silencioso. Actuaba sin pretensión. Dice Jean Giono, en el inicio del libro:
“Para que el carácter de un ser humano desvele cualidades verdaderamente excepcionales, hay que tener la fortuna de poder observar su actuación durante largos años. Si dicha actuación está despojada de todo egoísmo, si la idea que le rige es de una generosidad sin par, si es absolutamente cierto que no ha buscado ninguna recompensa y, que además, ha dejado huellas visibles en el mundo, entonces nos hallamos, sin duda alguna, ante un carácter inolvidable”.
Cuenta la historia que la transformación del entorno se dio de manera paulatina, nadie se asombró ni imaginó que la bonanza que ahora proveía tanta paz, hubiera sido fruto de la intención de un hombre solitario. Un hombre sabio que había aprendido mucho más que plantar árboles, ¡había encontrado una forma perfecta de ser feliz!
Es un relato inspirador sobre el poder que las acciones más simples tienen para cambiar el mundo, los entornos más cercanos, los microuniversos que habitamos.
¿Seres humanos como él sólo existen en la ficción? ¡El podcast nos cuenta que en la realidad hay referentes humanos entrañables que nos llenan de esperanza!
Cortometraje: “El hombre que plantaba árboles” de Jean Giono.
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2º Parada: Wangari Maathai.

Fotografía tomada de internet.
Conocida como “la mujer árbol”, Wangari Mathai fue una ambientalista y activista originaria de Kenya, África. Fue la primera mujer del país en obtener un doctorado y dedicó su vida a la defensa de los derechos humanos, la democracia y el medio ambiente.
Al igual que Elzéard, el personaje del que te hablé en nuestro primer encuentro, esta mujer inspiración era muy observadora, algunos la consideraban una visionaria y pionera. De pequeña, creció en la diversidad del campo, jugando en arroyos donde encontraba huevos de rana, que luego se convertían en renacuajos y más tarde en un concierto de “croars”. Creció con el conocimiento de la tradición de su cultura, con la certeza de que en el bosque existían árboles sagrados que no podían ser cortados porque sin ellos, entonces desaparecerían los arroyos, y los huevos de rana, y las carreras de renacuajos, y finalmente los conciertos de “croars”.
Con el paso del tiempo,Wangari no solo advirtió que su entorno moría, sus hijos ya no podían encontrar agua cristalina en el arroyo donde ella, atrapaba renacuajos. Percibió el lamento en las mujeres de su comunidad, la fatiga tras caminatas cada vez más largas para conseguir agua y leña para la alimentación de sus familias. Supo ver que el colectivo más castigado por los daños al medio ambiente era especialmente ese: el de las mujeres.
Todas estas apreciaciones le permitieron advertir un problema aún más grave. Esa conciencia por el medio ambiente y por los derechos humanos que para ella resultaba tan evidente, no era tema de atención para los políticos y autoridades de su país. Veía que en las altas esferas todo era “muy pesado”, resultaba extremadamente difícil abrazar el cambio, especialmente porque carecían de raíces robustas. Entonces, ¿qué? ¿Cómo hacer posible lo imposible? Resolvió…
¿Y si ponemos en las manos de los más vulnerables el poder de cambiar el entorno? ¿Y si les enseñamos no solo a sembrar, sino a hacerse responsables de hacer crecer un árbol? ¿Y si las mujeres toman el liderazgo para proveer bienestar a sus comunidades?
En 1977 nació el “ Movimiento del cinturón verde”. Una organización sin fines de lucro que centró su acción en ofrecer a las mujeres una vía no solo para tener ingresos sino de adquirir conciencia de la riqueza del medio ambiente y la apropiada administración de los recursos naturales para sostener a sus familias.
Entrevista: Wangari Mathai.
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Años de coherencia acompañaron la credibilidad de este “carácter inolvidable”. Desde su fundación hasta la actualización más reciente de su sitio web, el movimiento del cinturón verde ha ampliado su red a 5,000 campos de siembra y más de 51 millones de árboles plantados en Kenya.
Necesitamos promover desarrollos que no destruyan nuestro entorno. La generación que destruye el medio ambiente, no es la generación que paga el precio y ese es el problema.
En 2004 Wangari Mathai se convirtió no solo en la primera mujer africana en ser reconocida con el premio nobel de la paz, sino que en la primera ambientalista del mundo en recibir este muy merecido honor.
Y tú tal vez te preguntes, ¿qué relación puede haber entre plantar árboles y promover la paz? Ella mismo lo respondió en alguna entrevista…
Un árbol tiene personalidad propia, mientras crece cambia el paisaje, y también la mente de las personas en su entorno, trae consigo fortaleza para animar a las personas a hacer más. Un árbol es un símbolo de esperanza, un símbolo de superación personal, un símbolo por tanto, de paz. Un árbol es visible y vive con varios propósitos: el agricultor que planta un árbol sabe que tendrá madera para el fuego, que tendrá oxígeno limpio, que le proveerá material para la construcción. ¡Qué gran amistad hallamos en ellos! Nuestros árboles, son nuestro futuro.
¡Wangari Maathai es uno de estos referentes humanos que grandes y pequeños deberíamos conocer! El siguiente es un fragmento de una pequeña animación llamada “Yo seré un colibrí”. Cuenta la historia de un incendio en el bosque y la valentía de un pequeño colibrí que gota a gota, haciendo lo mejor que puede, consigue apagar el fuego.
Wangari Mathai murió en 2011 a causa de cáncer. Le rindieron homenaje en su natal Kenya, Nueva York, San Francisco y Londres. A su paso dejó huellas visibles de su compromiso por África y el mundo, y un movimiento que aún sigue activo y que aunque se ha diversificado en otros proyectos con causas sociales, mantiene vivo y como columna vertebral la simple y fructífera acción de plantar árboles.
3º Parada: Suzanne Simard y sus estudios sobre los árboles.
Los estudios de la científica canadiense Suzanne Simard nos invitan a mirar a los bosques como redes de comunicación en donde los árboles se comportan muy parecido a los seres humanos. Sus más de tres décadas de estudio en campo nos invitan a humanizar a los árboles y a entender la diversidad, la colaboración y la necesidad de reconectar con la naturaleza. Desde que vimos el titular de su charla de Ted, supimos que queríamos hablar de este tema para el día antes de navidad.
Al igual que Wangari Maathai y Elzéard Bouffier, Suzanne Simard no tuvo mayor motivación que sentir una responsabilidad por hacer algo para impedir que la destrucción siguiera avanzando con su amenaza letal. Porque para ella, especialmente tras haber crecido en el bosque, había falta de coherencia y mucha pérdida en el entorno que observaba. Porque algo no le cuadraba en el discurso de que las especies simplemente “competían por el espacio”, para ella era necesario demostrar que también había una colaboración entre las especies.
Las investigaciones de Suzanne sensibilizan sobre el cambio climático y contribuyen a que podamos humanizar a los árboles. A identificarlos como seres vivos que habitan en comunidades, que como nosotros se sostienen por las interconexiones. Entre otros muchos datos interesantes, sus investigaciones han comprobado que cuando un “Árbol Madre” muere, todo el resto de la red lo reciente. ¡Eso hace que los bosques sean tan vulnerables como nosotros!
El siguiente video explica cómo funciona este sistema de comunicación.
Ciencia, arte y educación. Conciencia por el medio ambiente. ¿Por qué nos costará tanto trabajo implicarnos con nuestro entorno y nuestras comunidades? ¿Por qué vemos al planeta como un pozo sin fondo? ¡Los recursos son limitados! Los científicos llevan tiempo advirtiéndonos. ¿Por qué no podemos hacer las conexiones? ¿Es porque vamos tan rápido? Cuando se habla de sostenibilidad, no solo se trata de reciclar y ya está, es una visión integral que incluye la dimensión económica, social, institucional. Vivir en un mundo sostenible implica elegir un estilo de vida más responsable en todos los aspectos.
2020 ha servido para muchas reflexiones. ¿Qué situaciones o acciones no son sostenibles? ¿Con qué situaciones es necesario decir “Basta ya”, “no lo voy a dejar pasar”?
Lo cierto es que necesitamos ser plantadores de árboles y colibrís. ¡Visión global y acción local! Necesitamos ser el cambio que queremos para que las próximas generaciones no paguen las consecuencias. Se trata de asumir la responsabilidad de ser ejemplo para cultivar “caracteres inolvidables”. Va a ser difícil, pero es posible. Cito por última vez en el paseo de hoy a Wangari Mathai: RAISE UP AND WALK. Todo mundo en pie, y a caminar.
¡Esperamos que hayas disfrutado de este relato! Sal a dar un paseo más seguido, ve por el mundo en modo explorador. ¡Acompáñanos en nuestro próximo kilómetro!
Mientras tanto recuerda que en cada latitud de tu camino hay una idea, una emoción, una persona y quizá…. una red de árboles que te observan, te saludan con sus ramas, te acompañan, y que por debajo de la superficie comentan lo bonito que es que compartamos Tierra.
Somos los encuentros que tenemos. Somos latitudes.