
¿Qué tal por ahí hoy? ¿Cómo va ese ánimo?
Por aquí ha vuelto a salir el sol, y el viento debió de haber entregado mi mensaje de cariño por que ha parado de soplar. Si no fuera por la temperatura, parecería un día de verano, salvo el hecho de que todos estamos en casa, y no hay un alma en la playa.
¡Ay el verano! Tenemos que recuperarnos todos para poder disfrutar de esas cosas que la vida nos regala y que no cuestan mucho: los baños de mar, los hombros bronceados, los ratos con los primos. Entre otras cosas, los veranos se disfrutan por el cine. ¿Te gusta el cine? ¡A mí me encanta el cine! Seguro que eso tenemos en común. Pues déjame contarte una historia del cine y del verano. Que seguro que te gusta y si puede ser, hasta te saco una sonrisa.
Era el verano de 1993…
Mis primos habían venido de visita a Mérida (la de México, no la de España), de hecho, mi abuela también vino de visita ese año. Nos la pasábamos en la piscina todo el día, salvo los miércoles que el cine estaba al 2×1. Para entonces, no habían muchos centros comerciales. Así que si se querías ir al cine, tenías que ir a un sitio llamado “Plaza Dorada”. ¡Y ahí que íbamos todos! Mis primos estaban bastante emocionados por la película que veríamos, pero yo no tenía ni idea. Así que me planté frente a la marquesina de la sala 6 y leí el póster.
Decía: “La película que ha tardado 65 millones de años en realizarse”. ¡Madre mía! ¡Madre mía! Sí que tiene que valer la pena verla. ¿Cómo habrán hecho para poder grabar esto hace tantos años? Y bueno, pues con toda la inocencia de una niña de once años, fui a hacer la pregunta a mis primos. Las gestos de sorpresa y el comentario no tardó en llegar: “¡Claro que no Tere! Es una peli de ficción”.

Vi Jurassic Park sin ningún tipo de expectativa y creo que por eso me gustó tantísimo. ¿La has visto?
Pues yo la he visto tantas veces como he podido. Los dinosaurios parecen de verdad. La producción es espectacular. Todos brincamos en más de una escena. Pero mi mamá que tampoco tenía expectativas, no volvió a verla jamás. Yo estaba sentada junto a ella en aquella sala. En las escenas de mayor tensión, mi mama me apretaba tan fuerte el brazo, que sin darse cuenta, me clavaba las uñas. “¡Mama! Mamá que me haces daño!, le decía cada que me daba apretones. Para cuando terminó la peli, mi mamá estaba agotada, creo que esa noche soñó hasta que la perseguían los dinosaurios.
Salí del cine presumiéndole a mis primos mis “heridas de guerra”. Había sobrevivido a la película y a las uñas de mi madre. ¿Por qué si era una película de ficción, si sabíamos que no era real, tenía la marca de las uñas de mi madre en mi brazo? ¿En qué punto la realidad supera la ficción?
Es como ahora. ¿No te parece a ti que todo esto que pasa es de película? Si la ficción es aquello que sucede como producto de la imaginación, y esto ninguno se lo imaginó, pues ha pasado… ¡La realidad ha superado la ficción! ¡Y ya que estamos en ella! ¿Qué le sigue? Pues le sigue decidir qué personaje queremos ser en la historia. Hay dos cosas que yo tengo claras. Tú estás siendo el protagonista, y yo… yo no quiero ser parte de los extras. Cuando esta peli real termine, quiero tener la certeza de que hice un buen papel, ¡y tú también lo harás!
Así que protagonista de la historia… Mi papel contigo se merece todo el respeto y también toda la gratitud. Si no fuera por ti, yo no viviría esta realidad con tanta profundidad. Dale a los médicos una sonrisa por mi. Ellos también son los héroes de la historia.
¡Hasta mañana! Mientras tanto que la fuerza te acompañe.
TGB
“Escribe una carta” fue una iniciativa emprendida durante el confinamiento del COVID19 en España. Algunas palabras han sido adaptadas para poder animar a cualquier persona que enfrente una enfermedad de cualquier tipo.
Es un proyecto hermano del podcast Latitudes. Ambos tiene por propósito generar la reflexión y poner en valor los valores, a través de las humanidades.
Los audios de estas cartas estarán disponibles en ivoox, spotify y apple podcast.