
Salimos a reconocernos y a juntas nuestras manos para hacer ruido, y con el animar y agradecer a los que le están haciendo frente al covid19.
Ayer salimos a aplaudir también por los niños. Llevan días sin salir de casa. Son como pajaritos dentro de una jaula queriendo salir a volar. En realidad así nos sentimos todos: grandes y pequeños.
¿Escuchas los aplausos? ¿Puedes aplaudir? Cuando aplaudes, ¿qué animas? Ayer en Aguadulce, a los aplausos se sumaron luces que intermitentes hacían que los edificios lejanos también hicieran ruido visual. Ayer se sumaron las sirenas de las patrullas de la guardia civil que recorrieron todas las calles y colinas.
¿Desde cuando aplaudimos? Y me refiero, históricamente. ¿Cuál es el origen de los aplausos? No hay datos específicos, es algo tan ancestral como la humanidad misma. Pero hay tres cosas que componen un aplauso: la intensidad (el grado de energía), el ritmo (la velocidad) y el tiempo (la duración).
De los tres, me parece a mí que el que nos va a suponer un reto es el tercero: el tiempo. Llegará el día en el que volvamos a salir de casa, y cuando llegue me temo que cesará la cita diaria a las 8 de la noche. Comenzará entonces el reto de mantener el reconocimiento de la fuerza colectiva.
Los balcones volverán a ser balcones. Dejarán de ser escenarios para conciertos y espacios para la libertad. Dejarán de ser los palcos de teatro desde los que vemos en primera fila ver transcurrir los actos que nos llenan de orgullo y de fuerza para seguir en casa.
Cuando bajen el telón, cuando las luces se apaguen, y cuando la vida vuelva a la normalidad, contigo fuera de ese hospital, y conmigo sin estas cartas, pondremos en reto la ovación silenciosa que vamos a tener que llevar a la vida real.
Ovación significa “pequeño triunfo”, y son los balcones los que celebran. Desde ellos añoramos la vida y valoramos el tiempo. Desde estos palcos aplaudimos por los pequeños triunfos que nos animan a seguir.
Quizá un padre que vuelve a casa, una fiesta de cumpleaños en línea, una vida que se salva, un empleado que apoya a su empresa, un empleador que asume su responsabilidad con los suyos. ¿Qué es lo que aplaudimos y cuánto podremos mantenerlo?
Vamos a necesitar de esos aplausos cuando llegue la hora y a todas horas. Lo bueno de los aplausos es que existen aún en el silencio. Cuando no los oímos aún podemos verlos: brazos arriba, manos abiertas, movimiento acelerado de muñecas. Que cuando bajen el telón, no cesen los aplausos.
Abrazo
TGB
“Escribe una carta” fue una iniciativa emprendida durante el confinamiento del COVID19 en España. Algunas palabras han sido adaptadas para poder animar a cualquier persona que enfrente una enfermedad de cualquier tipo.
Es un proyecto hermano del podcast Latitudes. Ambos tiene por propósito generar la reflexión y poner en valor los valores, a través de las humanidades.
Los audios de estas cartas estarán disponibles en ivoox, spotify y apple podcast.